Adherencia a tratamiento en la epilepsia: una cuestión por resolver
Resumen
Sr. Editor: La epilepsia es una enfermedad crónica, que afecta actualmente a más de 50 millones de personas en el mundo, 80% de las cuales vive en países en vías de desarrollo y su mayoría no es tratada de manera óptima. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), da cuenta del 1% de la carga global de enfermedad (1). Su curva de distribución es bimodal, con una mayor prevalencia en los menores de 20 años y en los mayores de 60 años. Como ha sido documentado, la epilepsia tiene elevados costos directos (anticonvulsivantes, control médico especializado etc.) e indirectos, que sólo en EE UU de NA alcanzarían a los US$ 12.5 billones anuales (2). Añádase a esto su persistente estigma e impacto sobre la calidad de vida. Como señaló Kale, “la historia de la epilepsia puede resumirse en 4000 años de ignorancia, superstición y estigma, seguida por 100 años de conocimiento, superstición y estigma” (3).
Pese a los avances en investigación básica y clínica, especialmente de los mecanismos epileptogénicos y los mecanismos de daño cerebral conducentes a epilepsias post traumáticas (4), persiste un elevado porcentaje de pacientes sin tratar o que reciben un tratamiento inadecuado. Este porcentaje, conocido como Brecha de Tratamiento (Treatment Gap, TG), fluctúa entre 60 y 90% en los países en desarrollo, alcanzando el 58% promedio en Latinoamérica. El TG es influido por variables atribuibles al sistema de salud –como la disponibilidad de AEDs, disponibilidad de epileptólogos etc.- y variables individuales, como el sistema individual de creencias, el estigma asociado, las representaciones de la enfermedad, la adherencia, conflictos psicológicos etc. (5)
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